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Manuel Sánchez Ruiz (1908, Montilla - 1 de mayo de 1941, Córdoba) político cordobés, último Alcalde en la II República del Excmo. Ayuntamiento de Montilla.

Biografía

Las primeras y fragmentarias alusiones referidas a la actividad política de Manuel Sánchez se sitúan en 1927, cuando tenía 19 años. En el mes de noviembre participó en la Casa del Pueblo en unas charlas de las Juventudes Socialistas, que se habían reorganizado aquel mismo año.

En noviembre de 1930 representó a los 100 afiliados de las Juventudes Socialistas montillanas en el II Congreso de la Federación Andaluza celebrado en Sevilla. Con la llegada de la II República su compromiso político se acrecentó.

Fue secretario de las Juventudes Socialistas de Montilla y de la poderosa sociedad local campesina La Parra Productiva ––creada en 1913 y adscrita a la socialista Unión General de Trabajadores–. También ejerció de secretario provincial de la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (la sección agraria de la UGT), desarrollando una intensa labor de denuncia de las condiciones de explotación del campesinado y de los abusos de los patronos en el campo cordobés.

Alcalde de Montilla

El triunfo del Frente Popular en las elecciones legislativas de 16 de febrero de 1936 y la posterior recomposición de los ayuntamientos facilitó la llegada de Manuel Sánchez a la alcaldía de Montilla, donde esta coalición de partidos republicanos y de izquierdas había obtenido 5.634 votos frente a los 2.567 de las derechas.

Guerra Civil

Su mandato se vio abortado el 18 de julio, con la sublevación militar y el consiguiente inicio de la Guerra Civil. Ese día impidió por todos los medios que en Montilla se derramara ni una sola gota de sangre, evitando que se tomaran represalias en contra de las familias de los guardias civiles y que un grupo de exaltados quemara a los presos derechistas confinados en la cárcel. A la vez, aunque intentó conseguir armas en Córdoba y mandó organizar unas patrullas de vigilancia, el engaño del capitán del puesto de la Guardia Civil permitió a los golpistas controlar el pueblo esa misma noche, con lo que se inició una cruel represión que dejó varios muertos en las calles.

La odisea de Manuel Sánchez a partir de aquel momento es similar a la de miles de vecinos de Montilla que escaparon del pueblo. Con él, huyó a pie hacia la vecina localidad de Espejo toda su familia: sus padres, su mujer Soledad García Mesa y sus dos hijos Manuel y Dolores, su hermano Antonio con su esposa Dolores Hidalgo Molina y sus cuatro hijos (Dolores, Manuel, Aurora y Antonia), su hermana Pilar con su marido Plácido Jiménez, y su joven hermano José. Diecisiete personas en total. Su actividad política continuó en la España republicana. En Espejo se convirtió en presidente del comité de refugiados de Montilla. El 22 de septiembre de 1936, cuando se reestructuró el Frente Popular de Córdoba, y estableció su sede en Peñarroya, Manuel Sánchez fue elegido representante provincial de la Unión General de Trabajadores en este comité. El último año de la guerra lo pasó en Valencia. Aquí ejerció de vicepresidente de la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra.

En marzo de 1939, su mujer y sus dos hijos, la hermana de su esposa y su marido Antonio Torres Alcaide –cuyo hermano Miguel sería asesinado en al campo nazi de Mauthausen en 1941– consiguieron embarcar hacia Orán (Argelia) y partieron hacia el exilio. Manuel Sánchez Ruiz, junto a otros paisanos, fue atrapado en el puerto de Alicante, donde se habían concentrado miles de personas en un intento desesperado por salir de España, e internado en el tristemente famoso campo de concentración de Albatera.

En Montilla la venganza se cebó en las miles de personas que al triunfar la rebelión en la madrugada del 19 de julio habían escapado a otras localidades o se habían enrolado como combatientes. Los soldados y militares republicanos fueron reclamados por el juzgado local cuando se encontraban internados en campos de concentración o interceptados por las fuerzas de orden público cuando pasaban por distintas localidades, a algunos de ellos los trajeron desde Alicante, como al alcalde Manuel Sánchez Ruiz, a los comandantes Juan Córdoba Zafra, y Manuel Alcalde Aguilar, o al concejal Francisco Merino Delgado que se encontraban en las cárceles. Otros ni siquiera pudieron llegar a Montilla.

Una delegación de guardias montillanos se trasladó expresamente a las prisiones de la ciudad levantina para arrastrarlo hasta Montilla, a donde llegó el 29 de julio de 1939. En la cárcel fue torturado. El 19 de octubre de 1940 lo trasladaron a la prisión de Córdoba. Desconocemos de qué se le acusó en concreto en el consejo de guerra, porque su expediente personal ha desaparecido –al igual que los de otros muchos montillanos– del legajo correspondiente del archivo del Tribunal Militar Territorial II de Sevilla donde se conservan los sumarios, aunque el informe que de él elaboró el jefe de la guardia municipal de Montilla, el 1 de enero de 1941, ya suponía de antemano una condena a muerte, como en verdad ocurrió.

Muerte

Manuel Sánchez Ruiz, junto a otros 34 prisioneros, murió fusilado a las 6 de la madrugada del día simbólico de la Fiesta del Trabajo, el 1 de mayo de 1941, en el cementerio de la Salud de Córdoba. Tenía 33 años. Con posterioridad a su muerte, la represión económica también afectó a la familia, pues le quitaron la casa, situada en la calle Ciprés, y un bar.

Tras su muerte

Tras el fusilamiento de Manuel Sánchez Ruiz, su viuda y sus dos hijos continuaron en el exilio. En 1961 emigraron desde Argelia a Francia. En los años noventa, el hijo de Manuel Sánchez, que también se llama Manuel, viajó a Montilla para conocer a su familia, con la que habían perdido el contacto. A partir de entonces realizó otras visitas que le han vinculado al pueblo del que lo expulsaron hace setenta años, cuando sólo tenía dos.

El 1º de Mayo de 2006, en el 65º aniversario del fusilamiento de su padre, acompañado de su esposa, de sus hijos Jean-Marc y Alain, de su nuera y su yerno, y de sus dos nietas, el hijo de Manuel Sánchez Ruiz, con su marcado acento francés, ha vuelto para reencontrarse con la tierra que lo vio nacer para la inauguración de una placa con el nombre de su padre que nominará a una calle de Montilla, según un acuerdo de la Corporación municipal. Ha regresado sin odio, sin rencor y ya sin heridas, pero sin olvidar su pasado, un pasado que le ha servido para desear que en el futuro nunca más nadie tenga que padecer la guerra, la muerte o el exilio que él vivió.