Diferencia entre revisiones de «Antonio del Castillo y Saavedra»

Revisión del 11:13 18 jun 2009

Antonio del Castillo y Saavedra, (Córdoba (España), 1616 - 2 de febrero de 1668) fue un pintor español del Naturalismo tenebrista, considerado el mejor dibujante del Siglo de Oro junto con Alonso Cano.

Recibió las primeras lecciones de pintura por parte de su padre, Agustín del Castillo y luego por parte del pintor de imaginero Calderón, completando su formación en Sevilla en los talleres de su tío Juan del Castillo y de Francisco de Zurbarán. Con 19 años en 1635, regresa a Córdoba donde trabaja como pintor, policromador y diseñador de proyectos arquitectónicos, decorativos y de orfebrería, sirviendo de maestro para otros pintores cordobeses como Juan de Alfaro y Gómez. Casado en tres ocasiones, no llegó a tener descendencia. Destacó como dibujante, considerándosele en esta disciplina a la altura de Alonso Cano, si bien era más técnico que éste, con quien a menudo se le confundió a causa de la similaridad de las siglas de su nombre. Estudiaba el natural y el dibujo y la pintura del paisaje cuando nadie reparaba en retratar la distancia y tenía una especial predilección por la narración y la descripción y se inclinaba hacia lo rústico y popular. Ningún otro artista de su época dio tanta importancia al dibujo; las facetas de pintor y dibujante eran inseparables para Castillo. Desde sus primeros años estuvo influido por las estampas flamencas y holandesas. Se formó en la tradición del dibujo de Sevilla, en especial en el círculo zurbaranesco, y la técnica del buril de Francisco Herrera el Viejo. Pero Castillo, a su vez, contó con una corriente de discípulos que perpetuaron el lenguaje creativo compiando sus composiciones y repitiendo modelos aunque sin el trazo enérgico y decisorio del dibujante. Castillo tomó la fórmula de Herrera el Viejo para el grabado en metal. Imitó la huella del buril en la plancha y su reflejo en el estampado, jugando con las luces y sombras en una retícula capaz de captar los efectos más verosímiles. Entendió el dibujo como preparativo para la pintura, pero también como obra de arte independiente. Creyó que la ideación gráfica es consustancial al arte. Hay un escaso número de dibujos fechados por el artista, apenas 10.

Durante sus años de trabajo, su obra fue extensa y se encuentra repartida por varias ciudades españolas como la Historia de San José en el Museo del Prado, Martirio de San Pelagio en la catedral de Córdoba, o la Adoración de los Pastores en el Museo de Málaga.

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