Las confesiones del Doctor Sachs

La maladie de Sachs

Título	Las confesiones del Doctor Sachs
III Muestra de Cine Internacional
Ficha técnica
Dirección	Michel Deville
Ayudante de dirección	Brigitte Jacquet
Producción	Rosalinde Deville
Diseño de producción	Denis Seiglan
Guión	Michel Deville (sobre la novela de Martin Winckler) Rosalinde Deville
Fotografía	André Diot
Montaje	Andrea Sedlácková
Reparto	Albert Dupontel Valérie Dréville Dominique Reymond Cécile Arnaud Etienne Bierry Catherine Boisgontier
Datos y cifras
País(es)	Francia
Año	1999
Género	Drama
Duración	107 minutos
Compañías
Productora	Eléfilm
Distribución	Pathé

Reseña

Recuerdo, allá por el verano de 2000, a mi padre solicitándome una recomendación cinematográfica, algún título que sobresaliese de la cartelera en ese momento. Yo, sin dudarlo, me incliné por Las confesiones del doctor Sachs, cine francés del bueno, una opción que no defraudaría al futuro espectador, conociendo su buen gusto y el exigente sentido crítico que siempre la caracterizó.

Michel Deville, director del que previamente el público pudo conocer La lectora –un filme original y moderno en el que descubrimos a Miou Miou-, realiza aquí un magnífico retrato desde múltiples puntos de vista –por tanto, cubista- de un personaje bastante excepcional en su profesión: un médico rural, que suele escuchar a sus pacientes. El filme, adaptación de la novela de Martin Winkler, analiza la impermeabilidad del protagonista, un ser humano que carga con el pesado fardo de amarguras de todos sus pacientes.

Mas no se queda ahí esta joya del séptimo arte, que podría recordar al filme de Tavernier Hoy empieza todo, por ser todo un tratado del héroe de lo cotidiano en ambos casos, ya que profundiza en la relación del protagonista (interpretado con maestría y sensibilidad por Albert Dupontel) con el mundo que le rodea, mostrando la complejidad de los pensamientos y la lucha entre el desequilibrio profesional y el equilibrio que puede aportarle una nueva relación… en fin, todo un dibujo, preciso y eficaz, del aspecto externo e interno del personaje más allá de los límites convencionales del relato cinematográfico, obligando al espectador a conectar con su propia realidad y sus temores más evidentes: la enfermedad, la soledad y la muerte. Además, todo está sumamente cuidado en lo que compete al aspecto formal y planificación: fotografía, música, montaje ágil e inteligente, dirección de actores cuidadísima no sólo en protagonistas, incluso los personajes más secundarios parecen robados a la vida… en fin, un cine que agradeceríamos ver más a menudo.

Por cierto, también recuerdo la contestación de mi padre, al día siguiente, cuando le pregunté qué le había parecido. Se limitó a decir: “ya sé por qué me la recomendaste: tú eres Sachs”. En fin, mi secreto ha dejarlo de serlo a partir de hoy. Confieso que en la memoria retengo una imagen del filme: el protagonista encerrado en su automóvil detenido, con la música a todo volumen, pensando en nadie sabe qué.

Y también confieso que en esta vida hay personas que te conocen mejor que tú mismo.

Película reproducida en la III Muestra de Cine Internacional del año 2003.

Reseña elaborada por el socio de la Sección de Cine del Ateneo de Córdoba Manuel Ángel Jiménez.