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Fernando Palatín
Fernando Palatín y Garfía (Sevilla, 11 de septiembre de 1852 – Sevilla, 25 de febrero de 1927) fue un virtuoso violinista, director y compositor español.
Contenido
Estirpe musical Palatín
Fernando Palatín nació en una familia de enorme tradición musical, en la que su padre era el profesor de música y director de orquesta Fernando Palatín Moreno, y su abuelo Andrés Palatín Palma fue músico mayor de la ciudad de Sevilla y fundador de la Banda Municipal de Sevilla y compositor. Además, su bisabuelo fue Fernando Palatín y Césari, descendiente de una familia de músicos militares y autor del primer diccionario de música en lengua castellana. El historiógrafo musical Baltasar Saldoni considera a la familia Palatín como “tal vez la más antigua de Europa en el arte filarmónico”, una estirpe en la que “pasa de tres siglos que siempre hay algún individuo de ella que es músico notable”.
Biografía
Su padre comenzó a instruirle musicalmente, y como consecuencia de los rápidos avances del joven músico con el violín, la Diputación de Sevilla se convirtió en protectora del niño pensionándole durante cuatro años para que perfeccionara en París su formación musical. El 5 de septiembre de 1864 marchó a París para comenzar su instrucción en el Conservatorio.
Desde el año 1869 empezó a hacerse aplaudir en París, en conciertos celebrados en las prestigiosas salas de Erard, Henri Herz, Pleyel... interrumpiendo su naciente reputación la guerra francoprusiana, que obligó al violinista a dejar París pasando a Bélgica, sin haber terminado sus estudios de composición en los que ya mostraba un talento que más tarde desarrolló. En 1872, tras el convenio estipulado entre Francia y Alemania, Fernando Palatín regresó a París elegido por el célebre compositor Elwart (profesor de armonía del Conservatorio), para ilustrar los conciertos-conferencia (Salle des Conferences) que aquél daba.
En este mismo período ofreció una serie de conciertos a nivel internacional en Pau, Eaux Bonnes, Niza, París, Madrid, Toulouse, Burdeos, Royan, San Sebastián, Cádiz, Málaga, Sevilla, Lisboa, Londres, Oxford, Lincoln, Winchester, Cambridge, etc. que lanzaron su reconocimiento en Europa como gran virtuoso del violín. Palatín finalmente se establecería en Pau como reconocido músico y uno de los favoritos de los importantes círculos aristocráticos de la ciudad, llegando a ser violinista de cámara de S.A.R. el Príncipe D. Sebastián de Borbón y Braganza. En Pau llevó a cabo con éxito el encargo de formar una Sociedad de Cuartetos que actuara en los salones del Duque de Montbello y ser el Director de Orquesta del Casino Municipal de Pau y Director de Orquesta de la Sociedad Filarmónica y de la Sociedad Coral, además de la dirección de su tan galardonada Lyre Paloise
Dado el éxito de Palatín, el gobierno francés le ofreció la nacionalidad francesa, que éste no aceptó, inscribiendo a sus tres hijos nacidos en Francia siempre como súbditos españoles a través del consulado de España en Olorón.
En 1907, con 55 años, muestra su deseo de volver a España en la correspondencia que mantiene desde Francia con Tomás Bretón (Director del Conservatorio Nacional en Madrid), el cual se lamenta de que en España las cosas no funcionan como en la vecina República, no pudiéndosele ofrecer institucionalmente un cargo a su altura. Esta situación fue conocida en algunos medios que pretendieron reivindicar su figura a su regreso a Sevilla, acrecentado además por el desconocimiento que tenían sus paisanos de los méritos de Palatín. “Pocos proverbios hay tan ciertos que aquel de que ninguno es profeta en su patria. El Sr. Palatín es una prueba patente de esta verdad. Este eminente artista que obtuvo el primer premio del Conservatorio Parisien, que hace las delicias del arte musical en París, Biarritz, Pau y principales ciudades, no ha podido ser escuchado en Sevilla por... falta del auditorio”.
El 30 de abril de 1908, acepta dirigir la Banda del Hospicio Provincial de Sevilla, según reza el título expedido por el Gobernador Civil Victoriano Guzmán Rodríguez, trasladando entonces su domicilio de Pau a Sevilla. A continuación ingresó como profesor de violín en la Academia de Música incorporada al Conservatorio Nacional, de la Sociedad Económica Sevillana de Amigos del País, habiendo dirigido varias orquestas en diversas series de conciertos sinfónicos celebrados en la capital andaluza, y colaborando también de forma magistral con el Ateneo de Sevilla. Dio numerosos conciertos como solista por la geografía andaluza que fueron muy elogiados por la prensa nacional, llegando a ser acompañado su violín por Joaquín Turina al piano, y Andrés Segovia, a la guitarra, entre otros. En su regreso a Sevilla se dedicó también a la docencia, tomando como discípulos a Luis Lerate, Francisco de Villalonga y el reconocido virtuoso José María Sedano.
Fernando Palatín y Garfia falleció en Sevilla el 25 de febrero de 1927. El Ayuntamiento le dedicó un homenaje en el aniversario de su óbito, con la colocación de una lápida en la fachada de su casa en la calle San Luis que reza: “En esta casa murió el 25 de febrero de 1927 el eminente violinista y compositor Fernando Palatín”. Al acto acudieron el presidente del Ateneo Sr. Hazañas, Cónsul de Francia, Sres. Gómez Zarzuela, Piazza (D. Luis y D. Calixto), párroco de San Gil y varios miembros de la colonia francesa, entre otros.
Fernando Palatín como violinista
El intérprete tuvo en Sevilla como primer maestro de violín José Coutier, maestro de capilla de la Catedral. En París tuvo como maestro a Delfín Alard, y también fuera del conservatorio recibió lecciones de violín del famoso violinista cubano White. En 1867, como violinista se le concedió el primer accésit, y el primer premio de solfeo, primer premio de teoría musical y el segundo de violín, en 1868. Ese mismo año se convierte en Primer Violín concertino de la Sociedad Symphonista de París y primer violín del Teatro Lírico de la Ópera de París, con tan sólo 16 años. En el gran certamen público del 20 de julio de 1870 conseguiría el primer premio de violín del Conservatorio de París entre más de 30 opositores discípulos todos de Alard, igualándose así a Sarasate (que lo había conseguido en el 57), los únicos violinistas españoles que consiguieron tal mérito. La crítica elogió durante su carrera a su perfecta afinación y la expresividad y emotividad de su interpretación.
El año 1884 marchó a Madrid, reclamado a la capital de España por la Duquesa de Medinaceli que, habiéndole escuchado en Francia, lo quiso presentar ante la aristocracia española. Ésta abrió sus salones, después de una clausura de cinco años, debido al fallecimiento de su esposo, para que los inaugurara esta vez el violinista sevillano, dando también conciertos en el Palacio Real y en el Conservatorio.
Durante su estancia en Pau su talento fue premiado con la amistad de aristócratas y miembros de la realeza, como la Princesa de Scheweloz-Holstein, y el Príncipe y la Princesa de Oldembrourg, discípula aventajada esta última de Palatín. Entre las anécdotas que ilustran el virtuosismo y acercamiento al público del violinista sevillano destaca su interpretación de “La Clochette” de Paganini, con la que Sivori, discípulo del compositor, había entusiasmado al público de Pau unos días antes: “La princesa d'Oldembroug había asistido a la audición de Sivori, y deseando volver a escucharla, pidió a Palatín la ejecutase en su beneficio, que debía tener lugar cinco días después de la partida de Sivori. Todos cuantos habían aplaudido al anciano violinista concurrieron para juzgar aquel injustificable atrevimiento y aquella osadía incomprensible. Su triunfo fue completo. (…) Palatín ejecutó magistralmente la pieza, y fueron tantos los aplausos que obtuvo, que siete veces tuvo que volver al palco escénico y repetir el final de la obra en medio de un verdadero diluvio de flores y coronas.”
Entretanto, Palatín volvió dos veces a París a celebrar conciertos, la última en 1883, obteniendo un gran éxito y siendo proclamado por la prensa de París como violinista de primer orden entre los mejores. Numerosas citas en la prensa de la época son testigos de otras tantas ovaciones tributadas a Palatín en muchas de las ciudades en las que tocó su instrumento.
Entre las obras que solía ejecutar en directo y que más reconocimiento le dieron están el Concierto para violín de Mendelssohn, el Concierto en La menor de J.S. Bach, el Concierto “La Clochette” de Paganini, el “Adagio” de Nardini, la Chaconne de J.S. Bach, el “Improntu” de Beumer, la Jota Aragonesa de Sarasate o el “Adiós a la Alhambra” de Jesús de Monasterio. Además, algunas de sus propias composiciones las dio a conocer y se hicieron populares gracias a sus exitosas interpretaciones, tales como “Adiós al Alcázar”, “Fantasía española”, “Bluette”, “Valse de Concert” o el “Scherzo”.
Fernando Palatín como compositor
Ésta es muy probablemente la faceta más desconocida del sevillano. Autor de numerosas obras aún inéditas, tiene un extenso catálogo de piezas para violín y piano dedicadas principalmente a la música de salón propia del finales del siglo XIX. En estas piezas se aprecia la influencia del gusto francés en su estilo, en el que las miniaturas íntimas y el exotismo de los recursos propios de la música española están muy presentes. Obras como “Adiós al Alcázar”, una de las más reconocidas e interpretadas por él en sus recitales, dan muestra de la presencia de lo que se conoce como alhambrismo musical en sus obras. Esta característica, típica de la música hispana de la época, se acentuó por el creciente gusto por el pintoresquismo español que había en Francia.
Además de su producción para violín y piano cabe destacar una serie de composiciones para orquesta con mayores pretensiones estéticas. Algunas de ellas no llegaron a ser escuchadas en España. Entre ellas podemos destacar su Concierto para Violín (1883), un género que se puede considerar una rareza en la música española de aquellos años. Durante esa época, Palatín estaba en sus años de mayor producción como intérprete, y como resultado dio esta obra creada para el lucimiento de su instrumento, pero siempre procurando mantener el estatus expresivo por encima del puramente técnico, como era característico en él.
El 10 de marzo de 1895 tiene lugar el naufragio del navío de guerra español “Reina Regente”, donde perecieron más de 400 hombres, lo cual supuso un revés a la moral de la España de la época. Sensibilizado Palatín con el trágico suceso , escribe su Obertura Dramática “Reina Regente”, que es estrenada en Francia aprovechando la visita de S.A.R. la Infanta Dª Maria Luisa Fernanda de Borbón, Duquesa de Montpensier, a la localidad de Eaux-Bonnes, de cuya Orquesta Sinfónica Palatín era director. Se trata de una de sus obras más ambiciosas, para gran orquesta y de expresividad Romántica. En aquella misma ocasión estrenó también su “Elegía para Orquesta”, compuesta y dedicada expresamente para la Infanta, a la que obsequió personalmente al finalizar la interpretación con la partitura de la obra. La crítica tanto española como francesa dio una valoración muy positiva de ambas obras y de su interpretación, asentando así el estatus de compositor del artista sevillano: “Al extinguirse la última nota del concierto, estalló un nutrido y general aplauso, una verdadera ovación tributada al señor Palatín por el numeroso público que invadía el Hotel des Princes, llegando hasta la calle, por los profesores de la orquesta, por todos los allí presentes, que bajo la impresión de un mismo sentimiento, felicitaban calurosamente al autor, figurando entre los más entusiastas en prodigarles elogios y aplausos, el eminente pianista francés monsieur Planté”.
Fernando Palatín como director
Fernando Palatín, además de dirigir, fundó varias sociedades filarmónicas, entre ellas la orfeónica ya citada “Lyre Paloise” en 1882, que durante décadas fue el orgullo de la región al erigirse como una de las mejores y la más galardonada de Francia en su género, en virtud de haber obtenido los primeros premios en todos los certámenes en que tomó parte por toda la geografía francesa y en los que hubo de competir con las mejores del país y algunas extranjeras. Del mismo modo, dirigió a las Orquestas de los Casinos municipales de Pau y Eaux-Bonnes, a las Orquestas Sinfónicas de Eaux-Bonnes y Salies de Béarn, a su regreso a Sevilla a la Banda del Hospicio Provincial de Sevilla. Su labor como director estuvo, además, siempre ligada a una función didáctica a la que nunca quiso renunciar.
Catálogo de obras
Obras para violín con acompañamiento de piano
- Fantasía Capricho
- Adiós al Alcázar
- Scherzo
- Babiole
- Lieder
- Fantaisie Carmen
- Fantaisie Guine
- Penas del Corazón
- Reverie
- Concierto en mi menor
- Floresta (impresión)
- Bluette (en forme de gavotte) * Vals de Concert * Gavotte
- Pavane
- En Promenade
- Mazurka sentimentale
- Conte triste * Les Hirondelles
- La Maja Coqueta
- Scherzo Humorístique
- Recitativo et Allegro
- Fantasía Española
- Vals Lánguido
- Andaluza * Cuento Alegre
- Meditación
- Les Guépes
Para canto
- Les Cotanox de Juranzon
- Reverie
- Le Voyageur
- Kirie * Agnus Dei * O Salutaris * L´Ondine et le Pecher
- Barcarolle * Las Golondrinas
- Himne a Ste. Cecile * Frisson de devil
- Himne de tete
- El Manantial
Para trío (piano, violín y violonchelo)
- Serenade
- Trío sur Aida (2 violines y piano)
Para cuarteto
Cuarteto para piano, violín, chelo y órgano Meditative para flauta, violín, mandolina y guitarra Vals lento para estudiantina
Para piano solo
- La Ardilla
- Mazurka
- Habanera 1
- Habanera 2
- Habanera 3
- Vals brillant de Concert
- Vals lento
- Nocturno
- In modo de Gavotte
Para Orquesta
- Reina Regente (Overtura dramática)
- Concierto en mi menor
- Marcha fúnebre
- Mazurka
- Polka
- Lieder * Entreacte
- Serenata
- Transcription sur la Gran Vie
- Trois Dames Cubaines
- Mazurca de Zarzuela
- Himno del sitio (Bilbao)
- Chanson Populaire de Salies de Bearn
- La Giralda
- Aragonaise de Sarasate
- La Juive
- Esperancita
- Elegía
Para música Militar
- Marcha Fúnebre 1
- Marcha Fúnebre 2
- Marcha Fúnebre 3
- Marcha Regular 1
- Marcha Regular 2
- Chucena
- Gavotte nº 1
- Gavotte nº 2
- Vals