Nave de las Canastas

Acto del Ateneo en la Nave de las Canastas de Bodegas Campos

Define el diccionario la canasta, en su primera acepción, como “cesto de mimbre, ancho de boca, que suele tener dos asas”. Las solían confeccionar los gitanos canasteros y eran de uso corriente en los hogares antes de la invasión de los plásticos. Pero las canastas que dieron nombre a esta nave son las que se elaboraban con flexibles tiras de caña y varas vegetales destinadas a proteger las frágiles garrafas de cristal que utilizaban las bodegas para suministrar vino a las tabernas. Tomás Egea empleó esas canas con fines decorativos, a modo de pantallas en las lámparas suspendidas sobre los pasillos de albero, y de ahí surgió el nombre de la nave.

Hoy el suelo aparece pavimentado con losas envejecidas de barro rojo, mientras que las paredes se han pintado de almagra, el mismo color que presenta el techo, sustentado por sólidas vigas de madera de sección cuadrada que descansan en ménsulas, y de las que penden dos faroles antiguos. Diversas combinaciones de luces y focos permiten adaptar la nave a distintos usos, tales como comedor, sala de conferencias y audiovisuales e incluso discoteca con que rematar los banquetes de bodas. A través de puertas acristaladas inscritas en arcos de medio punto, los patios colindantes -del Pozo, de la Yedra, de las Mujeres- proporcionan a la nave durante el día una tamizada luz natural, y la grata visión de la cal y las plantas.

Como atestiguan añejas fotografías, aquí estuvo la principal nave de crianza de la antigua bodega, en la que reposaban las soleras de las marcas emblemáticas. Lo que más asombran hoy al visitante que se asoma a la nave es el conjunto de carteles taurinos y feriales de gran formato que tapizan sus paredes, quince en total, protegidos en cajas-marcos tenuemente iluminadas por dentro. Algunos de ellos han sido cuidadosamente restaurados por Isabel Iglesias.

Fuente

• Francisco Solano Márquez Cruz (Bodegas Campos, solera de Córdoba (1908-2008).