Paga la luz, Mariluz

Las doce del mediodía y aún despierto. Estoy en Bodegas Campos con el de Rute. Acto seguido se presentan Rosa Muñoz, Aurora Genovés, Mercedes Moreno Aroz, Amalia Ortiz-Ruiz, Rosalía Díaz, Antonio Bracero, Conchi Moreno, Rosa Luque, Manuel Fernández, Gonzalo Capitán y Antonio Nevado, que vienen a celebrar algo e invitan a salmorejo cordobés y solomillo del Valle de los Pedroches con patatas.

Por la tarde se presentan Paco Lucena, Agustín Gómez, Luis de Córdoba, Juan Ramón Cisneros a la guitarra, Moreno Calderón al piano (Juan Miguel es el mejor concejal de Cultura que ha tenido Córdoba en muchos años, pásalo) y el ministro Arias Cañete, que ya lo fue una vez pero muy poco, no poco tiempo sino poco ministro, y viene ahora de hacer de su capa un yogur en plan apostolado seglar contra la caducidad láctea (no será para reducir el número de jubilados). Si la ministra rociera pusiera el mismo interés en eliminar la caducidad de los subsidios por desempleo, le dirían de todo los facciosos mediáticos piloneros. Pero allá arriba en el cielo, adonde va todo el mundo cuando la espicha -menos los ricos y los políticos que roban por encima de nuestras posibilidades y viven en la gloria terrenal-, habría una gran alegría como sabemos los monaguillos de antaño por la Biblia que nos regaló un testigo de Jehová cuando sufrimos cárceles y laberintos allá por la morería.

Mientras espero que la economía española deje de ser la excusa perfecta para tanto truhán con mando en plaza como anda suelto, me paso a la lírica del Montilla-Moriles y es cuando llega Antonio Varo Baena con Manuel Gahete, Javier Ortega, Solano Márquez, Manolo Ortas y Bartolomé Valle. Tras algunas libaciones, habitas de Cabra con huevo frito, berenjenas de Fernán Núñez y molletitos de Almodóvar, me voy con algunos políticos de ideología diversa a ver cómo crece el río y languidece la militancia. Hablamos de las penumbras lumínicas (resulta peliculero que las hidroeléctricas paguen a los ex gobernantes de España y no la de Merimé a cambio de unas asesorías que costeamos entre todos, y vaya usted a saber si los ex adosados distinguen entre un kilowatio o un kilopijotas). También están los del chorizamen diverso que todo se lo llevan a Suiza, siguiendo la tradición españolista y contribuyendo a crear el puñetero ambiente social conocido como “situación óptima para liarse a hostias” curiosamente contra la gente pobre e inocente, la que pasa hambre.

Menos mal que la nueva Ley de Montes permite recalificar bosques y valles quemados y se creará empleo (es la privatización, estúpido, me informa mi cuñada). Monte quemado, monte urbanizado. Hospital privatizado, hospital adjudicado al exconsejero autonómico y se jodan los jubilatas, que con Franco no vivían tanto. Servicio público privatizado, ganga a la vista y trabajadores al paro. Y así toda la noche, como en la novela “Por qué dejé la política y me pasé a la heroína”, autor en busca y captura.

Antonio Perea

Escrito en la sección del diario Córdoba "Fantasías y algo de picar" publicado el 7 de abril de 2013.