Pastores y rebaños

Hacen lo que pueden, los pobres, y tal vez no duerman ni coman entre horas. Hay pastores de grandes o pequeños rebaños que sufren mucho en silencio por causa de las familias que son expulsadas de sus hogares porque los bancos desordenados (nada que ver con la homosexualidad moderna), en connivencia con unos políticos cuyo inevitable final para su conciencia -si la hubiere- será ser consejeros bancarios por un puñado de bellotas en forma de euros, tienen poderes para ejecutar y ejecutan. Es preferible un piso vacío a tenerlo ocupado por indigentes en paro que sólo sirven para llenarlo todo de niños y viejos, trabajar, cuando trabajan, por un salario de limosna y, además, son tontos por dejarse engañar y ante notario, con lo que eso vale. ¿A dónde vamos a llegar, hermanos, si es que vamos a algún sitio? A la calle que ya es hora, que dijo el poeta, a la calle. A dormir a la puta calle los pobres de España (a los políticos de la famélica legión, tan insolidarios con esta gente, no los echarán a la calle sino al río, en cuanto lleguen los camisas pardas que vienen detrás de la injusticia. Y despertarán de nuevo los líricos: “primero vinieron a por los morosos, y yo no hablé porque no era moroso...”).

Se llama José Cabrera y es tapicero. Empezó a trabajar con 12 años, enderezando tachuelas. Hoy tiene 64 años y 42 cotizados a la Seguridad Social. Hace cuatro meses sufrió un infarto y en Reina Sofía le instalaron en las arterias cinco dispositivos llamados stent (en la taberna a la hora del Rute, decimos “muelles”). Hace dos semanas, Pepe Cabrera “pasó” por un tribunal médico o similar de la Seguridad Social, el cual falló: “a trabajar que te maten”, como diríamos en la taberna, etcétera. Cabrera, el de los cinco muelles, tuvo el dudoso honor de visitar al médico de la Mutua y por ahí te pudras. Comparecido que hubo ante el médico de cabecera de la repetida SS, el galeno o casi, firmó el alta y, de acuerdo con Rajoy y demás registros laborales de menor cuantía, “a trabajar, que ya está bien”. El lunes pasado, 7 de mayo, Pepe Cabrera se incorporó a su trabajo, donde lleva 42 años cotizando a la SS y donde no ha perdido un solo día por baja laboral (atención diputados y senadores flojitos). El miércoles día 9, sufre una angina de pecho y es ingresado en Reina Sofía. Los que no conocimos al sr. Hipócrates (siglo V a. C.) porque andábamos con las cabras del señorito, pero tenemos una enciclopedia en casa, hemos leído algo de un “Juramento Hipocrático”. Y surge la pregunta: si José Cabrera se muere ¿quién tendría la culpa?: ¿el Hospital Reina Sofía por haberle puesto tantos muelles a un tapicero con lo caro que está todo, en vez de aprovechar el infarto y dejar que se largara?, ¿el fabuloso y acientífico tribunal de la SS?, ¿el poderoso galeno de la Mutua, en su galenura?, ¿el médico de cabecera, el pobre, que se ha limitado a firmar el alta laboral de acuerdo con la ciencia médica, su conciencia y la del Gobierno?.

Antonio Perea

Escrito en la sección del diario Córdoba "Fantasías y algo de picar" publicado el 13 de mayo de 2012.