Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).

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Taifa de Sevilla

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La Taifa de Sevilla (en árabe, طائفة أشبيليّة, Ta'ifa Ishbiliya) o Reino abadí de Sevilla fue un reino independiente musulmán que surgió en al-Ándalus en 1023, a raíz de la desintegración que el Califato de Córdoba venía sufriendo desde 1009, y que desapareció al ser conquistada por los almorávides en 1091, perteneciendo cronológicamente a los primeros reinos de taifas.

Durante el siglo XI el reino de Sevilla fue uno de los centros culturales más importantes de al-Ándalus, con escritores como Ibn al-Abbar de Almería, autor de epístolas; Ibn Zaydún de Córdoba; Abu Amir ibn Maslama; Ibn al-Labbana de Denia; Ibn Hamdis de Siracusa; y Abul Walid al-Himyari, antologista. Asimismo el emir Al-Mutadid y su hijo Al-Mu'tamid cultivaron la poesía, iniciados en este arte por el poeta Ibn Ammar. Los hijos de Al-Mutamid, Al-Rashid y Al-Radi destacaron igualmente por sus escritos.

Antecedentes

La taifa de Sevilla fue una de las últimas en constituirse como tal, debido a que la cora de Sevilla gozaba de cierta autonomía respecto al califato cordobés y a que en ella no intervinieron ni bereberes ni eslavos, como sucedió en la formación de otros reinos taifas. Esa autonomía sevillana se plasmó en un triunvirato formado por el el alfaquí Abú Abd’ Allah al Zubaydi, por el visir Abú Muhammad Abd’Allah ben Maryam y por el cadí Isma’il ibn Abbad. Este último debido a que sufría cataratas terminó delegando en su hijo Abú al-Qasim, quien acabó haciéndose con el poder absoluto tras la muerte de su padre en 1019, neutralizando paulatiamente a los otros dos triunviros.

Reinado de Abú Al-Qasim (1023-1042)

La definitiva independencia de Sevilla y su transformación en taifa se produjó el 1 de octubre de 1023, cuando Abú al-Qasim negó la entrada en la ciudad al expulsado califa cordobés Al-Qasim al-Mamun. Abú Al-Qasim intentó reforzar su posición como gobernante mediante la estratagema de nombrar como califa de Sevilla a un personaje títere, que fue presentado como Hixén II, el que fuera califa omeya del califato cordobés, afirmando que no había muerto asesinado en 1013, sino que había escapado de los ejércitos bereberes de Sulaiman al-Mustain refugiándose en Oriente. Con esta maniobra Al-Qasim se presentaba como heredero político y religioso del Califato cordobés, una vez que en la ciudad de Córdoba se abolió la monarquía fundada por los Omeyas y se instauró una republica en el año 1031, logrando base legal para enfrentarse a las taifas bereberes e iniciar la política expansionista que caracterizará a la taifa sevillana. Abú Al-Qasim inició campañas contra las taifas de Badajoz, Granada, Málaga, siendo derrotado por una coalición de éstas el 5 de octubre de 1039, en el enfrentamiento que tuvo lugar en Écija.

Reinado de Al-Mutadid (1042-1069)

A la muerte de Abú al-Qasim en 1042 le sucedió su hijo Al-Mutadid, quien reforzó inmediatamente su posición frente a las taifas bereberes, al contraer matrimonio con la hija del rey eslavo de la taifa de Denia.

Durante su reinado al-Mu'tadid continuó la expansión territorial iniciada por su padre contra la taifa de Carmona. Con el objetivo de extender su reino hacia el oeste, atacó a las taifas de taifa de Niebla y taifa de Mértola, lo que provocó que otros reyes taifas formaran contra él una coalición a la que se sumaron las taifas de Taifa de Badajoz, Taifa de Algeciras, Taifa de Granada y Taifa de Málaga, iniciándose así una guerra entre los abbadíes de Sevilla y los aftasíes de Badajoz, que duró varios años a pesar de los intentos de mediación de la República de Córdoba, y de la que Al-Mu'tadid saldría victorioso, logrando anexionarse las taifas de Mértola (1044), Huelva (1051), Algarve (1051), Niebla (1053) y Algeciras (1055). En 1060 decide deshacerse del pseudo-Hisham II anunciando su muerte y que le había nombrado sucesor y emir de al-Ándalus. Entonces decidió conquistar Córdoba en contra de la opinión de su hijo primogénito, Isma’il quien organizó un complot contra su padre, que tras fracasar llevó a Al-Mutadid a ordenar la decapitación de su heredero. Este suceso suposo un punto de inflexión en el reinado de Al-Mutadid, ya que aunque aún logró la conquista de las taifas de Taifa de Silves (1063), Taifa de Ronda (1065), Taifa de Morón (1066), Taifa de Carmona (1067) y Taifa de Arcos (1069), se vio obligado a pagar parias al emergente rey cristiano Fernando I.

Reinado de Al-Mu’tamid (1069-1091)

La ejecución de Isma’il, hijo primogénito de Al-Mutadid, permitió que éste fuera sucedido por su segundo hijo, Al-Mu'tamid, quien ejercía como gobernador de la conquistada taifa de Silves. Aunque Al-Mu'tamid destacó como poeta y estableció en Sevilla un corte culturalmente muy refinada, también continuó con la expansión territorial de Sevilla, anexionándose Córdoba en 1070, ciudad que perdería a manos de rey de la taifa de Toledo en 1075 y que volvería a recuperar en 1077. Al año siguiente, 1078, su maestro, amigo y ministro, el poeta Ibn Ammar (Abenamar) conquistó la taifa de Murcia, logrando la taifa sevillana su mayor extensión territorial. Sin embargo Ibn Ammar acabó traicionándolo por lo que finalmente fue ejecutado por Al-Mu'tamid.

Al-Mu'tamid intentó evitar pagar las parias que su padre habían pactado con la Corona de Castilla, lo que llevó a Alfonso VI a sitiar Sevilla. Este hecho junto con la toma de la Taifa de Toledo en 1085 por el rey castellano-leonés, llevó a Al-Mu'tamid, junto a otros reyes de taifas, a solicitar la ayuda de los almorávides que desembarcaron en la península en 1086 y se instalaron en la plaza de Algeciras, que les había sido cedida por el rey sevillano. Sin embargo, tras frenar y derrotar a las tropas cristianas en la batalla de Zalaca, los almorávides terminarán por conquistar los reinos taifas, cayendo el sevillano en 1091 tras lo cual Al-Mu’amid fue exiliado al Magreb donde fallecería.

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