Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).

PRÓXIMOS ACTOS DEL ATENEO DE CÓRDOBA

Nueva Junta Junta Directiva del Ateneo de Córdoba

Marzo , 1a.quincena. Conferencia de JUAN ORTIZ VILLALBA. " LA MASONERÍA EN CÓRDOBA ". (Presenta José Luis García Clavero).
Jueves 11 de abril. Conferencia de DESIDERIO VAQUERIZO." LOS ORIGENES DE CÓRDOBA". (Presenta J.L.G.C).
Finales de abril, primera semana de mayo. Proyección del documental "MONTE HORQUERA" de FERNANDO PENCO, galardonado en diversos Festivales internacionales (Italia, India, Holanda etc,)
Lunes 11 de Mayo. Conferencia de MANUEL VACAS." LA GUERRA CIVIL EN EL NORTE DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA.LAS BATALLAS DE POZOBLANCO Y PEÑARROYA- VALSEQUILLO". (Presenta Antonio BARRAGÁN).Todos los actos en la Sede del Ateneo.

CONVOCADOS LOS PREMIOS DEL ATENEO DE CÓRDOBA
XI Premio de Relato Rafael Mir.
XXXIX Premio de Poesía Juan Bernier.
IX Premio Agustín Gómez de Flamenco Ateneo de Córdoba.

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{{Cita|"Corría el mes de julio de 1983, de esto hace ya 32 años, cuando un grupo de cordobesitos a la sazón: [[Ildefonso García Rodríguez|Ildefonso García]], [[José Antonio Díaz Rodríguez]] José Leal y yo, [[José Antonio Jiménez de la Torre]], nos fuimos a jugar el Open de Vélez Málaga-Torre del Mar que se disputaba a partes iguales en cada una de las localidades y en el que se disponía a la mitad del torneo de una jornada de descanso. Íbamos encandilados por las informaciones de los pioneros del 82 que habíamos ido a disputarlo, desde Córdoba: Paco Gallardo, [[Alfonso Vella Ramírez|Alfonso Vella]] y yo, además de Alberto Marín que veraneaba en Torre del Mar con su tío José. En 1982, Gallardo, Vella y un servidor, nos alojamos como siempre por entonces, en una pensión de Tercera B en Torre del Mar, dada nuestra economía restringida y estudiantil, que sobre la marcha habíamos alquilado y en la cual nos sucedieron algunas anécdotas dignas de mención, como la de que el dueño de la fonda quiso meternos en la habitación triple a su hijo discapacitado mental el cual pegaba unas voces nocturnas totalmente “acojonantes”, o como Vella y yo pudimos haber ligado con unas señoras muy, pero que muy mayores. Nuestra dieta, claro está era la habitual de los torneos exteriores, es decir huevos fritos con patatas a medio día y bocadillos de mortadela para la cena. Como el año anterior la fonda no había sido muy buena que digamos, ni siquiera para nuestros acostumbrados gustos y bolsillos, decidimos alquilar un piso grande esta vez en Vélez-Málaga, con cuatro o cinco habitaciones y lógicamente a muy buen precio.  
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{{Cita|"Corría el mes de julio de 1983, de esto hace ya 32 años, cuando un grupo de cordobesitos a la sazón: [[Ildefonso García Rodríguez|Ildefonso García]], [[José Antonio Díaz Rodríguez]] José Leal y yo, [[José Antonio Jiménez de la Torre]], nos fuimos a jugar el Open de Vélez Málaga-Torre del Mar que se disputaba a partes iguales en cada una de las localidades y en el que se disponía a la mitad del torneo de una jornada de descanso. Íbamos encandilados por las informaciones de los pioneros del 82 que habíamos ido a disputarlo, desde Córdoba: Paco Gallardo, [[Alfonso Vella Ramírez|Alfonso Vella]] y yo, además de Alberto Marín que veraneaba en Torre del Mar con su tío José. En 1982, Gallardo, Vella y un servidor, nos alojamos como siempre por entonces, en una pensión de Tercera B en Torre del Mar, dada nuestra economía restringida y estudiantil, que sobre la marcha habíamos alquilado y en la cual nos sucedieron algunas anécdotas dignas de mención, como la de que el dueño de la fonda quiso meternos en la habitación triple a su hijo discapacitado mental el cual pegaba unas voces nocturnas totalmente “acojonantes”, o como Vella y yo pudimos haber ligado con unas señoras muy, pero que muy mayores. Nuestra dieta, claro está era la habitual de los torneos exteriores, es decir huevos fritos con patatas a medio día y bocadillos de mortadela para la cena. Como el año anterior la fonda no había sido muy buena que digamos, ni siquiera para nuestros acostumbrados gustos y bolsillos, decidimos alquilar un piso grande esta vez en Vélez-Málaga, con cuatro o cinco habitaciones y lógicamente a muy buen precio.|}} 
  
Contactamos e hicimos amistad en la Primera ronda con Juan Luís, un maestro de San Fernando que se había alojado en un camping cercano con dos jóvenes gaditanos y había dormido mal, le ofrecimos que viniera al piso y así lo hizo, dejando a los chavales en el camping. Por otro lado, de Madrid disputaban el torneo siete jugadores a los cuales les realquilamos también “nuestro” hermoso piso, gestión que hicimos a través de uno de ellos, nuestro amigo Lorenzo García Galeote. Acogimos también a un catalán que andaba por allí sin pensión, eso si al mismo precio que a los madrileños. Por si fuéramos pocos, a las tres y media en punto todos los días llamaba a la puerta el amigo Marfil, que salía de trabajar y necesitaba dormir la siesta imperiosamente antes de cada partida, abríamos y sin mediar palabra pasaba a la primera habitación con cama disponible que hubiera y se dejaba seducir por los brazos de Morfeo. Con todos los alojados del piso y sus enfrentamientos componíamos una quiniela que completábamos hasta el signo 14 con el resultado de un jugador local muy especial, el amigo Poveda. Gané una partida en este torneo (que luego publicaron en la Revista Jaque) al compañero de piso Ruiz Bellón (había muchas posibilidades), por la que debería haber obtenido el Premio de Belleza, consistente en un cuadro de un afamado pintor local, que finalmente se llevó el jugador local (valga la redundancia) Gómez Polo. En la jornada de descanso Bellón fue a Málaga a jugar en un campeonato por equipos contra Miguel Thal, excampeón mundial, al que derrotó. Recuerdo que cuando vimos subir de regreso a Vélez por la calle a Juan Manuel Bellón desde el balcón le tributamos una calurosa ovación. Pocos jugadores españoles como Bellón pueden presumir de haber ganado varias partidas en forma brillante a un Korchnoi en sus mejores tiempos y a todo un Campeón Mundial como “el mago de Riga”. Entre los madrileños, tres de ellos eran de madre extranjera : Begettzi, Ziegler y Wenworghouse. Ya se ve que además de Andalucía, Madrid y Cataluña el piso era muy internacional, con sangre italiana, alemana e inglesa.|}}  
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{{Cita|Contactamos e hicimos amistad en la Primera ronda con Juan Luís, un maestro de San Fernando que se había alojado en un camping cercano con dos jóvenes gaditanos y había dormido mal, le ofrecimos que viniera al piso y así lo hizo, dejando a los chavales en el camping. Por otro lado, de Madrid disputaban el torneo siete jugadores a los cuales les realquilamos también “nuestro” hermoso piso, gestión que hicimos a través de uno de ellos, nuestro amigo Lorenzo García Galeote. Acogimos también a un catalán que andaba por allí sin pensión, eso si al mismo precio que a los madrileños. Por si fuéramos pocos, a las tres y media en punto todos los días llamaba a la puerta el amigo Marfil, que salía de trabajar y necesitaba dormir la siesta imperiosamente antes de cada partida, abríamos y sin mediar palabra pasaba a la primera habitación con cama disponible que hubiera y se dejaba seducir por los brazos de Morfeo. Con todos los alojados del piso y sus enfrentamientos componíamos una quiniela que completábamos hasta el signo 14 con el resultado de un jugador local muy especial, el amigo Poveda. Gané una partida en este torneo (que luego publicaron en la Revista Jaque) al compañero de piso Ruiz Bellón (había muchas posibilidades), por la que debería haber obtenido el Premio de Belleza, consistente en un cuadro de un afamado pintor local, que finalmente se llevó el jugador local (valga la redundancia) Gómez Polo. En la jornada de descanso Bellón fue a Málaga a jugar en un campeonato por equipos contra Miguel Thal, excampeón mundial, al que derrotó. Recuerdo que cuando vimos subir de regreso a Vélez por la calle a Juan Manuel Bellón desde el balcón le tributamos una calurosa ovación. Pocos jugadores españoles como Bellón pueden presumir de haber ganado varias partidas en forma brillante a un Korchnoi en sus mejores tiempos y a todo un Campeón Mundial como “el mago de Riga”. Entre los madrileños, tres de ellos eran de madre extranjera : Begettzi, Ziegler y Wenworghouse. Ya se ve que además de Andalucía, Madrid y Cataluña el piso era muy internacional, con sangre italiana, alemana e inglesa.|}}  
  
 
{{Cita|En la jornada de descanso, cinco de nosotros: Ziegler, otro madrileño del que no recuerdo el apellido,Juan Luís el maestro (de escuela) gaditano, José Antonio y un servidor, decidimos ir a Marbella, más que a bañarnos a ver top less de las vikingas y sobre todo de las teutonas y creo que de vuelta nos paramos en el Tívoli y llegamos a Málaga capital tarde para cenar antes del regreso al “cálido hogar”. Nos metimos en un bar que estaba a punto de cerrar llamado DALAX. El maestro gaditano se mostró algo impertinente con el camarero, del tipo “esta sopa está fría”, “esto no es lo que pone la carta”, etc. El camarero que nos atendía típico malagueño delgado, moreno estaba hasta los mismos “Botbintnichs”, y cuando nos dio la nota había inflado la factura en todos los platos que habíamos consumido, entonces pedimos el libro de reclamaciones el cual se nos fue negado. En este instante, de la cocina salieron dos camareros y dos señoras que afirmaban "de Córdoba tenían que ser" al mismo tiempo que bajaban las persianas del establecimiento, incitando además al camarero canijo a que nos sacudiera. El camarero se encaró con Ziegler que mantuvo en todo momento una gran serenidad y valor pese a la diferencia de altura, que era menor de la real puesto que el camarero se ponía de puntillas con las manos hacía atrás aproximándose mucho al  "alemán". El otro madrileño (este último gato puro) también mantuvo la calma. Nos dejaron llamar al O91 para resolver el conflicto y muy pronto se presento un coche de la nacional, entonces esta vez el gaditano con muy buenas palabras ante la policía del tipo  "somos unos españolitos que pagamos nuestros impuestos", les explicó la situación. Finalmente abonamos lo que considerábamos justo y no llegamos a las manos de milagro. Los camareros les dijeron a los policías que se retiraran y al salir estos del establecimiento, el gaditano, Díaz Rodríguez y yo nos alejamos a paso rápido. Después cuando vimos alejarse el coche de los policías, nosotros que para estas cosas siempre hemos sido mas Sanchos que Quijotes, ya no andábamos, ya corríamos directamente, menos José Antonio Díaz Rodríguez, que con las muletas y todo no es que corriera precisamente, si no que volaba literalmente y al volvernos desde lejos vimos con admiración y asombro como los madrileños subían la cuesta a paso natural y normal alejándose del DALAX. Luego nos enteramos que ambos eran cinturones negros de kárate. Regresamos a Vélez más tarde, se habían quedado dormidos en el coche todos menos yo, que cuando vi al conductor cerrar los ojos y próximo a dar la cabezada le toqué desde el asiento trasero en el hombro y evite otro altercado que podría haber sido peor.|}}  
 
{{Cita|En la jornada de descanso, cinco de nosotros: Ziegler, otro madrileño del que no recuerdo el apellido,Juan Luís el maestro (de escuela) gaditano, José Antonio y un servidor, decidimos ir a Marbella, más que a bañarnos a ver top less de las vikingas y sobre todo de las teutonas y creo que de vuelta nos paramos en el Tívoli y llegamos a Málaga capital tarde para cenar antes del regreso al “cálido hogar”. Nos metimos en un bar que estaba a punto de cerrar llamado DALAX. El maestro gaditano se mostró algo impertinente con el camarero, del tipo “esta sopa está fría”, “esto no es lo que pone la carta”, etc. El camarero que nos atendía típico malagueño delgado, moreno estaba hasta los mismos “Botbintnichs”, y cuando nos dio la nota había inflado la factura en todos los platos que habíamos consumido, entonces pedimos el libro de reclamaciones el cual se nos fue negado. En este instante, de la cocina salieron dos camareros y dos señoras que afirmaban "de Córdoba tenían que ser" al mismo tiempo que bajaban las persianas del establecimiento, incitando además al camarero canijo a que nos sacudiera. El camarero se encaró con Ziegler que mantuvo en todo momento una gran serenidad y valor pese a la diferencia de altura, que era menor de la real puesto que el camarero se ponía de puntillas con las manos hacía atrás aproximándose mucho al  "alemán". El otro madrileño (este último gato puro) también mantuvo la calma. Nos dejaron llamar al O91 para resolver el conflicto y muy pronto se presento un coche de la nacional, entonces esta vez el gaditano con muy buenas palabras ante la policía del tipo  "somos unos españolitos que pagamos nuestros impuestos", les explicó la situación. Finalmente abonamos lo que considerábamos justo y no llegamos a las manos de milagro. Los camareros les dijeron a los policías que se retiraran y al salir estos del establecimiento, el gaditano, Díaz Rodríguez y yo nos alejamos a paso rápido. Después cuando vimos alejarse el coche de los policías, nosotros que para estas cosas siempre hemos sido mas Sanchos que Quijotes, ya no andábamos, ya corríamos directamente, menos José Antonio Díaz Rodríguez, que con las muletas y todo no es que corriera precisamente, si no que volaba literalmente y al volvernos desde lejos vimos con admiración y asombro como los madrileños subían la cuesta a paso natural y normal alejándose del DALAX. Luego nos enteramos que ambos eran cinturones negros de kárate. Regresamos a Vélez más tarde, se habían quedado dormidos en el coche todos menos yo, que cuando vi al conductor cerrar los ojos y próximo a dar la cabezada le toqué desde el asiento trasero en el hombro y evite otro altercado que podría haber sido peor.|}}  

Revisión del 23:56 27 ene 2015

Joseantoniojimenezdelatorre.jpg
"Corría el mes de julio de 1983, de esto hace ya 32 años, cuando un grupo de cordobesitos a la sazón: Ildefonso García, José Antonio Díaz Rodríguez José Leal y yo, José Antonio Jiménez de la Torre, nos fuimos a jugar el Open de Vélez Málaga-Torre del Mar que se disputaba a partes iguales en cada una de las localidades y en el que se disponía a la mitad del torneo de una jornada de descanso. Íbamos encandilados por las informaciones de los pioneros del 82 que habíamos ido a disputarlo, desde Córdoba: Paco Gallardo, Alfonso Vella y yo, además de Alberto Marín que veraneaba en Torre del Mar con su tío José. En 1982, Gallardo, Vella y un servidor, nos alojamos como siempre por entonces, en una pensión de Tercera B en Torre del Mar, dada nuestra economía restringida y estudiantil, que sobre la marcha habíamos alquilado y en la cual nos sucedieron algunas anécdotas dignas de mención, como la de que el dueño de la fonda quiso meternos en la habitación triple a su hijo discapacitado mental el cual pegaba unas voces nocturnas totalmente “acojonantes”, o como Vella y yo pudimos haber ligado con unas señoras muy, pero que muy mayores. Nuestra dieta, claro está era la habitual de los torneos exteriores, es decir huevos fritos con patatas a medio día y bocadillos de mortadela para la cena. Como el año anterior la fonda no había sido muy buena que digamos, ni siquiera para nuestros acostumbrados gustos y bolsillos, decidimos alquilar un piso grande esta vez en Vélez-Málaga, con cuatro o cinco habitaciones y lógicamente a muy buen precio.
Contactamos e hicimos amistad en la Primera ronda con Juan Luís, un maestro de San Fernando que se había alojado en un camping cercano con dos jóvenes gaditanos y había dormido mal, le ofrecimos que viniera al piso y así lo hizo, dejando a los chavales en el camping. Por otro lado, de Madrid disputaban el torneo siete jugadores a los cuales les realquilamos también “nuestro” hermoso piso, gestión que hicimos a través de uno de ellos, nuestro amigo Lorenzo García Galeote. Acogimos también a un catalán que andaba por allí sin pensión, eso si al mismo precio que a los madrileños. Por si fuéramos pocos, a las tres y media en punto todos los días llamaba a la puerta el amigo Marfil, que salía de trabajar y necesitaba dormir la siesta imperiosamente antes de cada partida, abríamos y sin mediar palabra pasaba a la primera habitación con cama disponible que hubiera y se dejaba seducir por los brazos de Morfeo. Con todos los alojados del piso y sus enfrentamientos componíamos una quiniela que completábamos hasta el signo 14 con el resultado de un jugador local muy especial, el amigo Poveda. Gané una partida en este torneo (que luego publicaron en la Revista Jaque) al compañero de piso Ruiz Bellón (había muchas posibilidades), por la que debería haber obtenido el Premio de Belleza, consistente en un cuadro de un afamado pintor local, que finalmente se llevó el jugador local (valga la redundancia) Gómez Polo. En la jornada de descanso Bellón fue a Málaga a jugar en un campeonato por equipos contra Miguel Thal, excampeón mundial, al que derrotó. Recuerdo que cuando vimos subir de regreso a Vélez por la calle a Juan Manuel Bellón desde el balcón le tributamos una calurosa ovación. Pocos jugadores españoles como Bellón pueden presumir de haber ganado varias partidas en forma brillante a un Korchnoi en sus mejores tiempos y a todo un Campeón Mundial como “el mago de Riga”. Entre los madrileños, tres de ellos eran de madre extranjera : Begettzi, Ziegler y Wenworghouse. Ya se ve que además de Andalucía, Madrid y Cataluña el piso era muy internacional, con sangre italiana, alemana e inglesa.
En la jornada de descanso, cinco de nosotros: Ziegler, otro madrileño del que no recuerdo el apellido,Juan Luís el maestro (de escuela) gaditano, José Antonio y un servidor, decidimos ir a Marbella, más que a bañarnos a ver top less de las vikingas y sobre todo de las teutonas y creo que de vuelta nos paramos en el Tívoli y llegamos a Málaga capital tarde para cenar antes del regreso al “cálido hogar”. Nos metimos en un bar que estaba a punto de cerrar llamado DALAX. El maestro gaditano se mostró algo impertinente con el camarero, del tipo “esta sopa está fría”, “esto no es lo que pone la carta”, etc. El camarero que nos atendía típico malagueño delgado, moreno estaba hasta los mismos “Botbintnichs”, y cuando nos dio la nota había inflado la factura en todos los platos que habíamos consumido, entonces pedimos el libro de reclamaciones el cual se nos fue negado. En este instante, de la cocina salieron dos camareros y dos señoras que afirmaban "de Córdoba tenían que ser" al mismo tiempo que bajaban las persianas del establecimiento, incitando además al camarero canijo a que nos sacudiera. El camarero se encaró con Ziegler que mantuvo en todo momento una gran serenidad y valor pese a la diferencia de altura, que era menor de la real puesto que el camarero se ponía de puntillas con las manos hacía atrás aproximándose mucho al "alemán". El otro madrileño (este último gato puro) también mantuvo la calma. Nos dejaron llamar al O91 para resolver el conflicto y muy pronto se presento un coche de la nacional, entonces esta vez el gaditano con muy buenas palabras ante la policía del tipo "somos unos españolitos que pagamos nuestros impuestos", les explicó la situación. Finalmente abonamos lo que considerábamos justo y no llegamos a las manos de milagro. Los camareros les dijeron a los policías que se retiraran y al salir estos del establecimiento, el gaditano, Díaz Rodríguez y yo nos alejamos a paso rápido. Después cuando vimos alejarse el coche de los policías, nosotros que para estas cosas siempre hemos sido mas Sanchos que Quijotes, ya no andábamos, ya corríamos directamente, menos José Antonio Díaz Rodríguez, que con las muletas y todo no es que corriera precisamente, si no que volaba literalmente y al volvernos desde lejos vimos con admiración y asombro como los madrileños subían la cuesta a paso natural y normal alejándose del DALAX. Luego nos enteramos que ambos eran cinturones negros de kárate. Regresamos a Vélez más tarde, se habían quedado dormidos en el coche todos menos yo, que cuando vi al conductor cerrar los ojos y próximo a dar la cabezada le toqué desde el asiento trasero en el hombro y evite otro altercado que podría haber sido peor.
Recuerdo de este torneo que vencí a un funcionario de prisiones de Murcia, al que atraqué, y a la ronda siguiente cuando me crucé con él por el pasillo me pegó un empujón. Finalmente, después hicimos amistad y me pidió la partida que gané a Ruiz Bellón para publicarla en el boletín que él editaba en Murcia y que posteriormente me mandó.
En la última ronda el particular Poveda le propuso a Díaz Rodríguez hacer tablas para recibir él el premio local. En principio aceptó pero los compañeros del piso le convencieron para que no hubiera una X fija en la quiniela y la noche anterior a la partida José Antonio le puso la graciosa excusa de que le había llamado su madre y se lo había prohibido.
Bueno, estas son algunas de las anécdotas que nos sucedían y aun nos suceden en los torneos fuera de nuestra provincia. Estas vivencias y sobre todo nuestra profunda afición por el Ajedrez hacen que sigamos jugando el deporte eterno".
José Antonio Jiménez de la Torre, 2013.