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Se dice tópicamente que Cataluña es la novena provincia andaluza, tanto como para que exista un delegado de la Consejería de Gobernación, el entrañable Paco Hidalgo, que coordina las acciones de Andaluces en el Exterior en tres comunidades --Cataluña, Valencia y Baleares--, y el flamenco es un vínculo especial que unió a las aficiones a través de la Confederación Andaluza de Peñas Flamencas, en lo que ha sido el Primer Encuentro Flamenco Cataluña-Andalucía. La entrega de la Fiambrera de Plata del Ateneo de Córdoba a Paco Hidalgo hubo de servir de pórtico para el cierre del Encuentro en la Sala Flamenca de Bodegas Campos, en el que intervinieron José Arrebola y Francisco García Prieto, como responsables de la Confederación Andaluza de Peñas Flamencas y de la Federación de Entidades Culturales Andaluzas de Cataluña.
Allí, con la sala llena, hizo
Paco Vargas una magnífica presentación que anticipó en su valoración lo que nos habían de ofrecer después cantaor y guitarrista, Chiqui de La Línea con el acompañamiento de Juan Ramón Caro a la guitarra; ambos son intérpretes muy curtidos en los escenarios. El cantaor comenzó atrás con figuras como
Cristina Hoyos, y ha compartido cartel con figuras tan señeras como
Fosforito,
Mercé,
El Pele, Miguel Vargas, el guitarrista
Manuel Silveria,
Menese... Juan Ramón Caro ha actuado en el Teatro Real de Madrid, Carnegie Hall, distintos escenarios de diversos continentes y en compañía de
Juan Manuel Cañizares,
Miguel Poveda,
Arcángel, entre otros. Es habitual acompañante de la cantaora
Mayte Martín; pero es lo cierto que no hubo el pellizco suficiente ni la simbiosis necesaria entre ambos como para emocionar al público, si bien fue digna su interpretación. Tras los arreglos del sonido, que debió solucionar el cantaor, muy curtido en los escenarios y de palabra fácil, comenzó con un martinete un tanto sin relieve, que no enervaba; a continuación interpretó unas malagueñas, seguidas de unos largos tientos-tangos, una soleá y la guajira, para culminar con fandangos y bulerías, y la sensación de que el cantaor ha de prodigarse más por estos pagos desde una doble vertiente de contacto con las formas y como intérprete.